IN EXTENSO/CULTURA, por: Gerardo Ichuta.- Hace mucho tiempo vi en la televisión, un reportaje de la fiesta de la Virgen de la Candelaria en Azurduy, Chuquisaca. En éste se mostraba a un anciano tocando una quenilla acompañado, de cuatro individuos mucho más jóvenes, que procuraban la percusión de la música de la danza de morenos de Azurduy. Lo que a simple vista pude percibir era que, las nuevas generaciones ya no querían tocar este tipo de música y por eso allí estaba el último músico porque en mi concepción, un sólo quenillero para una tropa de danzantes era ilógico.

El tiempo me demostró lo contrario y al mismo tiempo me dio la razón, al encontrar una constante existente en varias expresiones culturales andinas, los bailes minimistas.
¿Qué son los bailes minimistas?
Los bailes minimistas, son las expresiones, más arcaicas y vigentes en las fiestas patronales andinas y ese estilo proviene de España y Portugal. En ellos abundan los vocablos del español arcaico como zurriago, mudanza, fuete, esquila, cencerro y otros que son utilizados por los campesinos aymaras y quechuas. Se caracterizan por contar con una cantidad mínima de músicos y danzantes. Asumo que esta particularidad es, porque estas danzas eran consideradas profanas en su tiempo y por eso su participación era esencial y no masiva. Uno o dos músicos que tocan flauta de pico y caja simultáneamente y se complementan con dos o tres danzantes. No ccuentan con significado certero y prima la palabra danza y baile.

Las danzas minimistas prácticamente, desaparecieron por la aparición de nuevas formas folklóricas desde hace un par de siglos. Encontrarlas es muy difícil y a pesar de esto puedo citar las siguientes:
Algunos ejemplos
El jach´a tata danzante quizá es el más reconocido, gracias a la película de Jorge Sanjinés, “La Nación Clandestina” Este baile consta de dos músicos llamados awilas y tres danzantes que son un par de diablicos que escoltan al danzante que luce un mascarón grotesco sobre la cabeza y un faldón plisado y almidonado. Aunque ya no está presente en las fiestas patronales de La Paz, se la puede observar en representaciones y concursos, con la clara distorsión que provocan estos escenarios.
El pacochi de Achacachi, de similar forma que, en el anterior ejemplo, un par de músicos, pero estos portan unos bombos grandes. Los danzantes son un par de enmascarados con espadas en la mano con las que hacen diferentes coreografías.
La danza del wititi que es del pueblo de San Martín de Iquiaca de la provincia Aroma. Dos músicos ataviados con ponchillos y vistiendo gabanes negros. Un par de escoltas enmascarados llamados wititis y un danzante llamado “señorita” que luce una cantidad considerable de polleras.

El baile, wayli o liberia es otro baile minimista procedente de las provincias José María Linares y Cornelio Saavedra en Potosí y también en la localidad de Potolo en la provincia Oropeza, en Chuquisaca. Un músico tocando flauta de pico y caja y dos danzantes portando unas capas plateadas sobre las espaldas.
Una variante del estilo minimista es la conformada por un quenillero y su respectiva percusión de dos o tres componentes, flanqueados por dos filas o cuadrillas de danzantes. A este estilo pertenecen morenos de Azurduy, morenitos de Vilacaya y chunchos de Tarija.

Los bailes minimistas en tiempos contemporáneos
Por la escasa cantidad de componentes y por lo complicado de aprenderse los diferentes casos que varían de acuerdo a las diferentes melodías, los bailes minimistas, están generalmente compuestos por elencos permanentes, los cuales son invitados o contratados por los cargos de las fiestas. Estos elencos están administrados por un componente que generalmente es uno de los músicos y este actúa como un gestor cultural pues preserva la expresión cuidando no hacer cambios en la presentación. Es importante recalcar que se mantiene el número de componentes en la mayoría de estas expresiones, sólo en el waka tinti de La Paz, el número de músicos y danzantes se incrementó y en inti tusuj de Lenzora en Puno, el marco musical lo constituyen una tropa de pífanos.

Aunque es muy cierto que las nuevas generaciones no están interesadas por aprender estos ritmos por no estar a la vanguardia de la moda, existen jóvenes que sí saben tocarlos, pero no encuentran el espacio para manifestarlo pues el modelo de estas expresiones no lo permite. No obstante, esto, en los centros urbanos se representan de manera exótica y distorsionada algunos de estos bailes, sin la rigurosidad de pasos o mudanzas que van de acuerdo a las melodías, como pasa con el jach´a tata danzante.
Quizá con el tiempo, estas expresiones culturales desaparezcan ante la arremetida de las danzas contemporáneas y de moda, como ocurrió en varios lugares durante el Siglo XX. Mientras suceda esto, queda aún oportunidad de apreciar a estas manifestaciones arcaicas. ¡BICENTENARIO DE BOLIVIA!
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