IN EXTENSO/Cochabamba.- El excomandante del Ejército Juan José Zúñiga denunció que se le restringe el acceso a agua, alimentos, visitas familiares y ventilación, advierte el ensañamiento, tortura psicológica y responsabiliza al gobierno de Luis Arce, que ordenó el autogolpe el pasado año.
Dijo que ha sido víctima de “ensañamiento, abuso y humillación dentro del penal. Mis familiares llegan, tras recorrer largas distancias y sacrificarse, para poder verme una o dos veces por semana.
Sin embargo, los policías apostados en el ingreso del penal ocultan sus nombres, les impiden registrarse y me niegan el derecho de verlos. Esto ocurre pese a que existe una acción de libertad ganada judicialmente, que prohíbe expresamente al penal cualquier tipo de restricción a mis visitas», manifestó el excomandante del Ejército por terceras personas.
La grave denuncia expresa que la “crueldad ha llegado a los extremos”, como regular la cantidad de agua que puede beber.
Precisó que «La semana pasada, un familiar me trajo tres bidones de agua potable. La respuesta del régimen carcelario fue que solo podía consumir uno y que el resto no ingresará», señaló.
En otra ocasión uno de sus familiares le llevó diez naranjas, y de la misma manera la Policía dijo que “tres naranjas por semana son suficientes para el general Zúñiga”. Lo mismo ocurrió con limones, cuando dijeron “tres limones son suficientes para el general Zúñiga durante la semana”.
“MUERTE LENTA”
Zuñiga logro hacer conocer del abuso de las autoridades de la cárcel, bajo la orden del gobierno que pretende disminuir sus capacidades del militar, denotando que el uniformado dice la verdad y es la única forma de callarlo “Me tienen encerrado en una caja de ladrillo sin ventanas: esto es una muerte lenta Lo que están haciendo conmigo no es un encierro: es una forma de tortura y de matarme lentamente”, sostuvo.
Lapidariamente comentó «Solo puedo ver el sol una hora al día. No respiro aire fresco. No puedo moverme».
Agregó «Mis articulaciones se han atrofiado casi por completo a estas alturas. La única hora que me permiten salir, el uso para hacer ejercicios, respirar y ver por un momento el rostro de las personas», acotó el ex general a tiempo de denunciar que «es una muerte lenta y premeditada».
Además, no tiene acceso a tiendas ni a puntos de venta dentro del penal, sino que depende totalmente de sus familiares para la alimentación, hidratación y tratamiento de sus dolencias.
Finamente dijo «Me restringen el agua, la comida, la fruta, la medicina, la luz, el aire. Están atentando contra mi integridad física, psicológica y moral. Lo denuncio con firmeza: esto es trato cruel, inhumano y degradante. Exijo trato digno como boliviano y soldado de la patria». ¡BICENTENARIO DE BOLIVIA!
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