
IN EXTENSO/CULTURA (Por: Gerardo Ichuta I.).- Nuestra señora de la inmaculada Concepción de Apolobamba, con este nombre fue fundada la población que actualmente se la conoce como Apolo, capital de la otrora provincia Caupolicán y que hoy lleva el nombre de un ilustre paceño como lo fue Franz Tamayo. El municipio de Apolo forma parte del Área de Manejo Integrado Apolobamba y es una de las puertas de ingreso al Parque Nacional Madidi que es una de las mayores reservas de biodiversidad de Bolivia. La fiesta se festeja el 8 de diciembre.

Apolo: La conjunción de grupos humanos
La región de Apolobamba, desde tiempos remotos, fue inicialmente habitada por los lecos, grupo indígena de tierras bajas que se dedicaban a la caza y recolección. El lenguaje leco aún pervive y es usado generalmente por las personas mayores. Las mujeres leco, se distinguen ahora por llevar blusa y falda de material ligero y ceñidas al cuerpo. Ligeras también son las polleras de las mujeres quechuas que habitan Apolo, pues varios espacios territoriales corresponden a asentamientos quechuas antiguos. El término Apolobamba precisamente pertenece al idioma quechua que traducido al español quiere decir, llanura de los poros, que son frutos de plantas cucurbitáceas. Sin embargo, el grupo humano más llamativo y numeroso, por cierto, es el de ascendencia europea y claramente distinguible por el color de piel, estatura y porte. Su presencia data de tiempos coloniales y republicanos. Por último, están los collas que antiguamente se dedicaban al comercio e intercambio de productos. Llevaban desde la región suni o tierras altas. charque, lana de camélidos y papa que intercambiaban por maíz y frutas. Ahora a los collas se los puede ver de igual manera inmersos en el comercio, pero asentados permanentemente en el pueblo, ofertando un sinfín de mercancías llevadas desde la ciudad de La Paz.

Apolo se abre a la modernidad
Es justamente, por el afán comercial de los collas, que se dieron ciertos cambios en esta localidad conservadora. Donde hubo antes, una carnicería, hoy se encuentra una tienda de celulares y accesorios. Varias calles lucen establecimientos de venta de ropa y enseres. Viejas casonas fueron sustituidas por nuevas construcciones con propósitos comerciales. La antigua modalidad de promocionar negocios por el parlante de la plaza parece haber caído en decadencia, un tanto por la existencia de radioemisoras y una televisora local pero indudablemente por la llegada, a este jirón patrio, del internet y las redes sociales de las plataformas digitales.
Lo que no ha cambiado son las condiciones del camino de acceso a esta localidad. 413 kilómetros separan a esta población de la ciudad de La Paz. Son aproximadamente doce horas de viaje y tan sólo una tercera parte del tramo carretero se encuentra asfaltado. La geografía y las características geológicas del terreno impiden el mejoramiento. Del mismo modo. el suelo rocoso y arcilloso impiden una óptima tracción de los motorizados. A estas dificultades para acceder a Apolo se suma la existencia de un aeropuerto que nunca entró en operaciones. todo esto hace que el realizar el viaje, especialmente en tiempo de lluvias, sea toda una aventura.

Su fiesta: Una demostración de lo auténtico
Lo que me llamó la atención fue la poca afluencia de visitantes y el escaso retorno e residentes apoleños en otros lugares; esto comparado con la realización de fiestas de otras localidades provinciales del departamento de La Paz. Además, pude constatar que no hay mucha oferta hotelera. Todo esto tal vez incide en el desarrollo de una fiesta de y para los apoleños que efectivamente moran en este municipio. Esto se hace patente en la originalidad de sus costumbres que difieren del resto de las existentes en otras provincias paceñas. El día 7 de diciembre por la tarde se realiza una gran entrada y la Virgen de la Inmaculada Concepción es llevada en andas. Inician el desfile las autoridades locales con una sorprendente puntualidad. Luego hace su ingreso la caballería constituida por muchos jinetes y bellas señoritas, demostrando una gran destreza a la hora de conducir los caballos.

Los bailes que se presentan destacan por su singularidad. El baile de la gauchada, rememora la llegada de comerciantes de caballos y mulas desde el norte argentino; esta expresión es ejecutada por el estrato criollo que, interpretando una música marchosa con guitarras en mano, hacen su presencia en la fiesta. Ellos vienen de Cotachimpa y Caliguara.
Los quechuas presentan versiones diferentes de bailes típicos del departamento, como ser el machu tusuj o danza de los viejos. El puli puli con una singular vestimenta. Las zampoñadas con un estilo antiguo y llamativa indumentaria. El khapero, un baile muy antiguo por sus personajes. es único en su género. Ellos provienen de las comunidades como Inca y San José.
La gente de tierras bajas, eventualmente hacen presentaciones de estampas propias que muestran la vida de antaño.
Los collas por su parte, manifiestan su fe, con danzas propias del altiplano como la morenada y los caporales. Contrariamente a los conjuntos apoleños que cuentan con conjuntos de instrumentos típicos, los collas cuentan con bandas de música de instrumentos e bronce para acompañar sus bailes, protagonizando un estruendoso final festivo que dará paso a una víspera nocturna con mucha música.

El día 8 de diciembre, día central, la misa y procesión de la Virgen y el posterior jocheo de toros y demostraciones ecuestres como se acostumbra en los llanos orientales de Bolivia.
Apolo, como municipio, afronta un futuro incierto, entre la conservación del medio ambiente, la producción ganadera y la explotación aurífera. Lo único certero es que, una vía de acceso, fácil y segura, tardará en hacerse realidad y mientras tanto la incertidumbre acompañará a los viajeros, especialmente en temporada de lluvias. LA PAZ/CAMINANTE-cultura/panbolnoticias/ gerard.ichu@gmail.com








